
Luis Gómez Martín
CEO – Business Unit Digital & Semiconductor en TUV NORD
Actualmente la competencia se libra en mercados como el de defensa, comunicaciones, espacio, energía, salud y desde luego en el digital, terrenos todos ellos en los que la independencia tecnológica e industrial de Europa es un elemento clave.
Son muchas las tecnologías emergentes que harán que la industria alcance el nivel de desarrollo buscado. La Inteligencia Artificial, la tecnología cuántica, en sus vertientes de comunicaciones, sensorística y computación, la biotecnología, la energía, etc. El futuro, tanto de estos mercados como de las tecnologías, se dirime en el terreno de la innovación.
En este marco, la industria de los semiconductores aparece como el epicentro de una nueva revolución industrial que condiciona desde la movilidad hasta la defensa, pasando por la AI, la salud, la energía, las comunicaciones y la computación.
Europa, históricamente reconocida por sus avances científicos y su aporte al conocimiento universal en la práctica totalidad de los campos y desarrollos científicos, se enfrenta al desafío de revitalizar sus ecosistemas de innovación e industrial para no quedar aún más rezagada ante potencias como Estados Unidos, Taiwán, Corea del Sur o China, que dominan actualmente la producción global de semiconductores. Esta industria, fundamental para la práctica totalidad de mercados, productos y tecnologías, ha adquirido una dimensión estratégica que trasciende los límites del sector tecnológico. Su relevancia se refleja en el hecho de que, sin estos componentes, sería imposible imaginar la digitalización y la conectividad que caracterizan al siglo XXI.
Europa, representa tan solo el 10% de la producción global de semiconductores, una cifra que contrasta con la cuota de producción que detentaba hace tres décadas. La reubicación de las tecnologías y de las industrias de semiconductores a causa de la globalización, la falta de competitividad y de grandes inversiones en Europa, han reducido progresivamente el peso europeo en este sector clave.
La innovación se ha convertido en una herramienta indispensable para revertir esta tendencia y garantizar la autonomía tecnológica del continente.
En este sentido, los esfuerzos europeos y nacionales se orientan a:
- Fomentar la sinergia entre universidades, centros de investigación y empresas, incentivando la transferencia de conocimiento y la creación de ecosistemas colaborativos. Programas como Horizon Europe y la European Chips Act y en España el programa PERTE Chip, buscan canalizar fondos públicos y privados hacia proyectos punteros que permitan desarrollar y fabricar componentes electrónicos más eficientes y sostenibles, en territorio europeo.
- Duplicar la cuota de Europa hasta más allá del 20%. Para ello, se prevé una inversión conjunta de más de 43.000 millones de euros en la UE y otros 12.000 millones en España, entre fondos públicos y privados, destinados a mejorar infraestructuras, formar y retener talento y atraer nuevas fábricas de semiconductores así como instalaciones de back end (packaging y testing).
- Aumentar capacidad de formación en todas estas tecnologías dotando a las escuelas técnicas, tanto de formación profesional como universidades, de los medios humanos y técnicos necesarios.
- Reducir la dependencia de proveedores no europeos, así como mejorar la resiliencia de las cadenas de suministro ante crisis geopolíticas, desastres naturales o pandemias, que en los últimos años han demostrado la vulnerabilidad de la economía global ante la escasez de estos dispositivos.
El futuro de la industria de los semiconductores es global e interdependiente. Ningún país o región puede aspirar a la autosuficiencia, pero sí puede fortalecer su posición mediante alianzas estratégicas e inversiones adecuadas para minimizar su vulnerabilidad. Europa, para poder mantener su posición estratégica en términos geopolíticos, tiene que desempeñar un papel protagonista en el desarrollo de tecnologías clave y críticas, entre las que naturalmente se encuentran los semiconductores.
La importancia en y para Europa de la industria de los semiconductores y de la innovación y nuevas tecnologías asociadas es, hoy más que nunca, una cuestión estratégica para el futuro del continente. La capacidad de responder a los retos tecnológicos, económicos y sociales del futuro depende de la inversión que se realice en el desarrollo industrial y tecnológico, así como en la formación y el conocimiento. Europa tiene la capacidad de ser un actor relevante en un escenario de cambios permanentes y siempre muy rápidos, pero para ello tanto las inversiones públicas como privadas y las políticas asociadas, deben ser sostenibles en el tiempo.